Un compañerito, un amigo, fue diagnosticado con cáncer. Y ese hecho ya conmueve a toda la comunidad educativa. Por eso, hay que hablar, poner palabras a lo que está sucediendo para que tengan la contención necesaria en el momento adecuado.
El primer síntoma de que algo no está andando bien es la ausencia prolongada del niño enfermo. Las noticias llegan y el asombro crece, nadie puede creerlo. Son los padres los que se acercan al colegio a contar qué está pasando y también esperando ser escuchados y contenidos. Esta es la primera prueba que el cuerpo docente debe pasar, se transforma en un interlocutor que debe estar ahí para recibir las emociones y temores de la familia.
El contexto
Para evitar problemas futuros, es necesario brindar información precisa al colegio. Muchas veces los padres se acercan a hablar cuando todavía no le contaron al niño que tiene cáncer o no lo saben sus hermanos. Hay que saber que cuando la escuela toma conocimiento la información empieza a circular y hay que prevenir que llegue a donde no se quiere.
En este sentido, es posible acudir a especialistas o profesionales que ayudan a poner las cosas claras dentro del contexto. Así mismo, la escuela puede acudir a fundaciones que trabajan sobre la temática y cuentan con material ya redactado para que les sea fácil a los niños entender. Por ejemplo, cuando una escuela nos llama, lo primero que hacemos es chequear qué información tienen y qué autorización le dieron los padres. Así podremos decirles cómo manejarse a futuro. Desde ya, que siempre aconsejamos a los padres contarle cuanto antes al pequeño sobre la enfermedad, pues tarde o temprano se enterará.
Multiplicado
La escuela no solo debe enfocarse en la familia y el niño, sino que también tiene que contener a sus compañeros y, a veces, hasta sus padres. Muchas veces, cuando escuchan cáncer, los adultos se asustan y no saben cómo manejarlo. Esto les pasa incluso a los docentes, que también intermedian con los papás de los otros alumnos y los pequeños.
Una vez que todos saben qué está ocurriendo, el contexto cambia. Surge una nueva actitud surge y se da un acompañamiento real hacia el niño enfermo y sus familiares. La labor de la maestra será fundamental para entablar un vínculo fluido entre los alumnos. Por eso, es importante pedir ayuda si así se lo siente, pues un buen flujo de información facilita la vida cotidiana de todos. Una buena opción puede ser reunir a los docentes con el equipo médico para que tengan en claro qué y cómo contar.
Contar con asesoramiento y no tener miedo a la situación es clave para seguir adelante.
* Por Edith Grynszpancholc, creadora Fundación Natalí Dafne Flexer, (www.fundacionflexer.org).
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